lunes, 25 de agosto de 2014

1,2,3






Y le dejó un beso en el pecho cansado 
dos en sus ojos secuestrados por la vigilia 
tres en la boca seca de palabras


Escrito por Alicia Ayora Talavera



viernes, 8 de agosto de 2014

DEL DOLOR AL ODIO SOLO HAY UN PASO




Hay tanto dolor en el mundo…

Si algún sabio motivo tuvo la vida para habernos dado la oportunidad de poblar la tierra, es generarla. La vida como ese hecho biológico de lo que siempre está en movimiento hasta la hora de la muerte, que respira y funciona en armonía con la luz del sol y la oscuridad de la noche, la tierra y el agua; supongo que en eso radica la sapiencia de la naturaleza, aunque pareciera que su único error es habernos dotado de la razón. Nos tocó estar aquí, respirar y palpitar. La vida se siente. Si su propósito fuera el exterminio, no tendría razón de ser; seguramente se hubiera ahorrado la chamba de traernos y evitar todos los desmanes que hemos hecho a lo largo de la historia de la humanidad. 

Hablar de razón implica raciocinio, reflexión y ésta a su vez sentido. Más que sin razón, sin reflexión solo se cumple el ciclo puramente instintivo de la vida;  con ella –la razón- hay que hacer algo. Es así que para mí la vida no tiene sentido en sí misma, pero es tan sabia, que nos ha dotado de reflexión para crearle uno ¿Acaso no somos privilegiados?

Poder reflexionar, me da la posibilidad de percatarme de que existo y de que necesito del otro para generar vida, en el supuesto de que es el propósito de la misma. Solo a partir del otro puedo reconocer mi libertad y derecho legítimo de existir: llamémosle dignidad humana. Y atenta contra ésta todo aquello que agrede directamente a la vida, -como la muerte- o vulnera el deseo de vivirla, infligido por el otro. Sólo entre seres humanos podemos hacernos sentir indignos. Con la muerte todo acaba. Lo más difícil es mantener el deseo de vivir. Si he sido privilegiada con la razón ¿Para qué quiero una vida sin los otros? Ese deseo solo puede surgir en la relación, en el estar con los otros.. 

Tratar de buscar en que momento de la historia se fastidiaron tanto las relaciones humanas, puede ser pérdida de tiempo, la vida corre. Siglos de existencia deberían de ser suficiente evidencia para saber que lo hemos hecho bastante mal, que el tiempo invertido en aprender a desprendernos del dolor, no ha sido equitativo con el tiempo en aprender a no infligirlo. 

¿Porque se sufre tanto? ¿Olvidamos la dignidad? Parece ser que la libertad de elegir para darle sentido a nuestra existencia no ha sido respetada ¿Será que solo sintiendo se respeta? Metodología del corazón y no de la razón. El odio se siente, no se aprende. Sobrellevar el dolor se aprende, ojalá y solo se sintiera. Quizá por eso el odio es la forma más fácil que se ha encontrado para sobrellevar el dolor que está detrás de la guerra, del hambre, de la lucha entre religiones, de las diferencias, de la venganza.
Del dolor al odio, solo hay un paso.


Nota. Mi sentir y entender sobre la dignidad, la libertad, la vida y la razón –reflexión- me la ha regalado la vida con un niño –mi hijo- al que no entiendo y que solo puedo sentir. También del dolor al amor, solo hay un paso.


Escrito por Alicia Ayora Talavera

miércoles, 6 de agosto de 2014

UN BESO SACA A OTRO BESO



Los besos desconocidos –que dejaron de serlo después de haberlos besado- fueron suficientes para que al día siguiente, aquella boca que sufría con besos dolientes, esos que le aquejaban desde hace tiempo, sintiera haberlos perdido. Buscó desesperada en cada rincón de su cuerpo, en su cabeza, en su pecho, luego en sus diarios, en las cartas de amor recibidas.
El dolor de esos besos por los que sufría se había ido. Los otros besos también.


Escrito por Alicia Ayora Talavera

martes, 5 de agosto de 2014

IDENTIDAD PARTE 2



Ayer en una noche de insomnio, pasó por mi cabeza la idea de que solo se padece de problema de identidad, cuando se cree que debe tener una.

No sé qué digan Hume, Kant o Freud sobre la identidad, voy a decir lo que creo yo después de meterme dentro de mí y tratar de pescarme un “yo” inamovible, estático, para saber quién soy exactamente,  lo cual “descubrí “que era imposible, ya que me identifico con infinidad de cosas conforme van llegando a mi vida y que obvio a lo largo de ésta  han ido cambiando. 

Leí por ahí que “atravesar por una migración de identidad es muy duro. Es un proceso largo, doloroso, cargado de ansiedad y en el camino uno siente que pierde la cordura”. Me pregunto porque para algunas personas esta transición de ideas, sentimientos o  formas de ser puede ser de verdad tan agitado. No sé por qué, pero me da la impresión que tiene que ver con las cosas que “sabemos” y que damos por ciertas porque de donde vienen –ciencia, religión, escuela, filosofía- no hay cabida a la duda, cuando estamos inmersos en ellos. 

Estoy segura que mi madre de 74 años de edad después de la muerte de mi padre – hace siete años- no le generó ningún conflicto de identidad el pasar de ser una mujer abnegada a una mujer más libre, el poder decir peladeces, fumar como chacuaco, hablar de hombres sin tapujos; de estar casada por cuarenta y cinco años pasar el estado de viuda.  Es más, me atrevo a decir que no tiene ni la más remota idea de que es aquello de la identidad, y que si conoce la palabra ha de relacionarla con el pasaporte o el IFE, que la identifican como mexicana.

Pero bueno, hablaré un poco de mi porque soy de quien solo puedo afirmar lo que digo.

Pasar de deportista disciplinada por cuarenta años a sedentaria carnosa, no fue un lío, solo me ha costado reflexionar sobre lo que he sido y lo que ahora soy. Hoy escribir y leer me da más satisfacción que ir a correr,  y todo lo que he dejado o tenido que dejar ha sido en búsqueda de mi bienestar. Siempre he pensado que nadie actúa para joderse la existencia, así se la joda. Lo único que hacemos es buscar sentirnos bien frente a las circunstancias, aún que nos dure un minuto. Si no, pregúntenle a una persona que consume drogas, cigarros, comida en montones. 

Eso de la identidad es algo que otorgan los otros y uno de forma consiente o no decide adoptarla.

Estamos tan empeñados en tener que ser algo, que cuando la niña se da cuenta que tiene vagina y senos, que le gustan las del mismo sexo, le fascina usar pantalón, le gustan los vestidos y ama las uñas postizas, no desea tener hijos, adoptar un papel dominante  en la relación de pareja y demás, le causa en enorme problema de identidad frente a los otros. O el  niño se descubre un par de testículos y pene, que le gustaría ponerse bubis, tener sexo con hombres y mujeres, usar vestido en la noche y corbata al medio día, adoptar un rol pasivo en las relaciones con hombres y dominante en las relaciones con mujeres, resulta ser que tiene el mismo enorme problema. 

Con esto de la posmodernidad, globalización, desarrollo agigantado de la tecnología, cambios de paradigmas, la decadencia abrumadora de discursos sociales sobre el deber ser,  darse cuenta de todo lo que se puede ser al mismo tiempo saca del orden al mundo, y pues algo tiene que inventarse para evitar ese caos, no sé qué tanto imaginario.  

Quizá eso de la identidad tiene más sentido cuando no se habla de lo individual. Y cuando se refiere a algo que nos distinga de los otros solo por ponernos un nombre, porque las cosas necesitan ser nombradas para que existan (eso leí en algún libro de posmodernidad en la psicoterapia y me late), solo se use para eso, para nombrar y no para definir, porque definir, nos clava los pies en el piso. Por ejemplo cuando pienso en una identidad propia, lo más que viene a mi cabeza es que soy mexican curious. Y soy mexicana porque nací en México y nada más. 

La vida es poesía, es arte;  la estamos volviendo un texto aburrido y seco.  
El arte describe. 


Escrito por Alicia Ayora Talavera



sábado, 2 de agosto de 2014

EL ABSURDO



Y alguien dijo por ahí “Conócete a ti mismo”
¿Acaso no es absurdo? 
¡No sé quién soy ni quiero saberlo! ¿Cómo para qué? Yo solo sé que siempre me voy conociendo y que durante siempre soy a veces de muchas formas. Imagino que el día que sepa quién soy me convertiré en una sola cosa y eso se me hace muy aburrido, restringido, confinante. Suena mejor soy lo que necesito ser, con quien necesito ser, en donde necesito ser. Eso sí, siempre soy yo misma, lo que requiere de toda mi seriedad.

No ha sido algo que haya cruzado por mi cabeza el “buscar para conocerme” –póngase tono de sermón pseudo sabio en sesión de coaching espiritual. ¡Como si pudiera resumirme en una palabra, en una frase, en una definición, una personalidad determinada! Como si el “ser” fuera algo objetivable o determinable (eso cree la psiquiatría y la psicología- aclaro, no todos los psiquiatras ni todos los psicólogos). El problema quizá no es buscarse, si no encontrarse (conocerse), peor: que te encuentren, y mucho peor aún: que te sientas encontrado, como todos aquellos que caen en las garras de un diagnóstico de personalidad de revista, de consultorio o del amigo (o enemigo), dentro todo aquello que cabe entre los términos de lo más extraordinario a lo más atroz. Parece que mientras la ciencia sigue rompiéndose el coco... cuando el hombre comenzó a preguntarse quién es, aquellos que disfrutaban invertir su tiempo en reflexionar sobre ello, ya se habían respondido que lo único que se puede conocer de uno mismo, es saber que las situaciones son las que nos determinan.

Conocerse como algo determinado nos quita la libertad de ser de otra manera cuando lo necesitemos, desde unos mulas hasta santos.

En este sentido del “conocer”, tampoco me interesa conocer a los otros, mucho menos a los que quiero, a los que amo, a los que quiero cerca. Me gusta saber que tienen la libertad de ser; yo solo quiero su libertad y la mía. Ellos también necesitan ser, lo que necesitan ser, con quien necesitan, y donde lo necesitan. La experiencia me ha enseñado que en la libertad de ser como soy con el otro, el otro lo es conmigo.

Por ahí leí, que el amor es entregar libertad y de eso estoy absolutamente segura. No tienes que quererme, solo déjate querer.

Tengo el placer de no conocerme a mí misma.

Escrito por Alicia Ayora Talavera