Creces ante la bondad de unos ojos y su voz hacia mi amor y mi persona. Decreces si se desconoce la bondad de los míos, de mi voz y mi persona.
Siempre estás ahí, latiendo.
Por eso uno ama, des-ama, vuelve a amar Me concedo la fortuna de navegar entre estos avatares aunque lo único que obtenga sea la tristeza del empaño ridículo de lo “inconcebible”... de lo que es. Escrito por Alicia Ayora Talavera